Carta a una madre primeriza
Querida mía.
Nunca me ha gustado la palabra primeriza... Suena a asustadiza. Inexperta. Novata. Principiante… Incapaz.
No sé en qué momento se volvió moda llamar a las primíparas como “primerizas”. Según la Real Academia de la Lengua Española, esta palabra se define como:
1. adj. Que hace por vez primera algo, o es novicio o principiante en un arte, profesión o ejercicio.
2. adj. Dicho de una hembra: Que pare por primera vez.
Según esto, entonces esta denominación estaría correcta… pero voy un poco más allá… voy al contexto global, a la significación social de la palabra. Cuando hablamos de primeriza, nos imaginamos inmediatamente a una mujer con cara de afligida, despeinada, ojos llorosos, respiración agitada y mirada suplicante por ayuda. Un bebé llorando desesperado. “Seguro queda con hambre” “Esa guagua tiene sueño” “Capaz que esté hecho, seguro está todo pasado” “Hay que cambiarlo rápido que se va a coser”.
Todos opinan.
Pareciera que tener un bebé por primera vez, te convierte automáticamente en alguien a quien se le debe decir cómo hacer las cosas, e incluso qué cosas hacer. Y así empiezan a aparecer los que pareciera que nunca tuvieron un hijo por primera vez. Pareciera que nacieron expertos y con muchos hijos.
El concepto de Primeriza infantiliza.
Cualquier mínimo error, se justifica porque la madre no tiene experiencia previa “ahhh… es que es primeriza”. Pero lo peor, es cuando tú misma pones esa justificación como válida para cometer errores… “es que soy primeriza”
Con esta carta, madre primípara, quiero que sepas que lo que estás viviendo, lo hemos vivido todas las que somos madres. Nos llenan de consejos que hemos o no hemos pedido. Lo importante, es informarse. Empoderarse.
Es normal tener miedo. Es normal cometer errores. Y no es porque “nadie nace sabiendo cómo ser madre”. La verdad es que si sabemos, porque la mayoría de las cosas se aprenden por imitación. Y hemos visto toda nuestra vida cómo nuestros padres nos criaron, podemos adquirir sus fortalezas y modificar sus debilidades. Pero en general las inseguridades van más allá. Hay mucha inseguridad acerca de la capacidad de amamantar. Y el problema aquí es que la lactancia no es una actividad que esté normalizada. No estamos acostumbradas a ver a nuestras madres, tías, vecinas a amamantar en cualquier lugar o momento. Si fuese así, probablemente tendríamos muchos menos miedos y dudas al respecto, porque sería algo natural, normal, aprendido y aprehendido.
Quiero que hoy entiendas que cualquier cosa que hagamos por primera vez, nos causará
miedo e inseguridad. ¿Te acuerdas de tu primer día en el colegio? ¿O tu primer beso? ¿O tú primera entrevista para un trabajo? ¿O la primera vez que manejaste un auto? Las primeras veces siempre son difíciles, pero uno aprende, se acostumbra, y deja de ser inexperto. Sé que hoy esto te puede parecer lejano, pero va a llegar un momento en que todo va a encajar, te vas a sentir absolutamente cómoda contigo y con tu bebé. Vas a mudar, amamantar, alimentar, consolar, entretener, todo a la perfección. Vas a ser una experta mamá.
Hoy, sólo te puedo recomendar lo siguiente:
Dar teta
Informarte
Relajarte
Saber pedir ayuda
Acudir a grupos de apoyo a la lactancia y para la crianza respetuosa
Espero que tú, que estás leyendo esta carta, estés todavía embarazada, y logres vivir un parto respetado…. Que tengas tu hora sagrada con tu bebé, lo amamantes lo antes posible, te enamores de tu maternidad, y entres de a poco en el estado de normalidad que da la tranquilidad de saber que estás haciendo las cosas bien.
Si ya nació tu bebé, y te ves agobiada por la tarea de criar, y por recibir tantos y tantos consejos, sólo te puedo decir que tú no eres primeriza-asustadiza, tú eres mamá perfecta para tu bebé. Eres todo su mundo. Todo lo que conoce hasta ahora y todo lo que debe conocer. Eres tú y no los consejos que te dan, quien le dará su alimento, quien le dará su contención y quien le dará absolutamente todo lo que necesita. No permitas que te sigan infantilizando, no permitas que te hablen como si no supieras. Tú sabes, porque tu cuerpo supo crear a tu bebé y sabe crear también entonces su alimento. Tu cuerpo sabe crear, tu alma sabe criar.
Claudia Pandelara
Asesora de Lactancia, Lactivismo Chile